Nevada en Rio Gallegos

Haciendo dedo bajo cero

Justo un día antes de salir de Rada Tilly (provincia de Chubut), fui invitado por Eugenio, un usuario de CouchSurfing a cenar en su casa junto a su familia. Entre milanesas, ensaladas y el tradicional pan argentino, fuimos compartiendo experiencias de viajes. Me habló de varios lugares del sur argentino y chileno para conocer y me motivó con sus relatos motivadores. 

Eugenio se contactó con uno de sus colegas del trabajo y logró conseguir quién me llevara al día siguiente hasta la próxima ciudad (Caleta Olivia), a unos 70 km y ya dentro de la provincia de Santa Cruz. Buenísimo!

Yo debía llegar a las 7:30 a.m. para estar a tiempo cuando pasaran a buscarme, así que la madrugada fue un poco tortuosa pero sabía que valía mucho la pena. Ya por esta época el sol no salía antes de las 9:00 a.m. así que la idea de levantarme a esa hora se hacía aún más desalentadora. Siempre he dicho que iniciar el día aún de noche es muy lamentable. Pero repito, sabía que valdría la pena 🙂

Muy temprano ya estaba yo poniendo un pie en el mundo, preparado para encarar de nuevo la ruta. Moría de sueño pero… sí, valdría la pena. Chris y Jenny, la simpática y acogedora parejita con quienes me estaba hospedando me llevaron hasta la casa de Eugenio. Tuvieron el valor de levantarse a esa hora para llevarme, gracias amigos, son lo máximo ustedes.

Llegué a las 7:40 a.m. a la casa de Eugenio, él ya se había ido al trabajo así que me quedé con su esposa esperando por quién iría a buscarme. A las 10:15 a.m. llegó. Pude haber dormido tranquilamente un par de horas más pero bueee. Era César, quien trabajaba en uno de los pozos petroleros y viajaba ese día hasta Caleta. Durante todo el trayecto el panorama fue el mismo: lluvia, lluvia y frío, mucho frío. Con total seguridad la sensación térmica estaba bajo cero. Al llegar a Caleta, me dejó en una estación de combustibles a la salida y partió. Qué frííífrííífrrríoooo brrrr!

Me abrigué un poco más y decidí no usar todos los abrigos en ese momento, ya que sabía que debía generar cierta resistencia corporal al frío porque, a pesar de presentar dificultad para mover los dedos, más al sur me esperaría temperaturas mucho más bajas y no quería recibirlas de golpe.

Como nadie paraba en esa estación, salí a una rotonda a unos 50 metros a hacer dedo. Aún llovía y para mi gran gran pero gran suerte, iba justo llegando un camión al que le hice dedo. Paró. Me sentí afortunado de no haber durado siquiera 1 minuto haciendo dedo en aquel lugar porque sentía mucho frío y los dedos me dolían de una manera increíble.

Me subí y arrancamos, dentro de la cabina estaba calentito así que debí quitarme un par de abrigos de encima. Nos presentamos y comenzamos a charlar mientras viajábamos. El panorama no cambiaba… lluvia infinitamente. Le conté de mis aventuras y no paraba de tildarme de loco, de suicida y de desubicado :p

Paramos en medio del camino a comer algo y justo se encontró con uno de sus compañeros, le contó acerca de mí y entre los dos no paraban de mirarme con algo de lástima por lo que me esperaba. Creo que soy el “che, mirá que conocí a un gil que anda viajando para Ushuaia en esta época (otoño/invierno) y no lleva casi ropa de abrigo… está reloco el tarado ese!” que ellos comentaron al llegar a sus casas.

Seguimos y tuvimos que parar a dormir en una ciudad llamada Comandante Piedrabuena. Él en su cabinota calentita, yo en mi carpa. Hizo mucho pero mucho frío, esta vez me abrigué al máximo que pude y aún así sentí bastante frío, igual pude dormir pero los pies y las manos siempre estuvieron muy frías. Durante la noche tampoco paró de llover, así que la humedad del ambiente hizo que al amanecer, yo presentara malestar en el pecho, nada grave igual. Continuamos el viaje.

Un par de kilómetros más adelante pasamos por una especie de “pampa” donde la lluvia se convirtió en nevada.

Ruta totalmente nevada
Ruta totalmente nevada

 

Por la ruta nevada
Por la ruta nevada

 

Llevaba un buen tiempo nevando así que el paisaje era totalmente blanco y seguía nevando durante nuestro paso. El paisaje era hermoso, ocasionalmente se veían guanacos y ovejas caminando con algo de nieve cubriendo sus cuerpos. Aproximadamente 2 horas después salimos de la tormenta de nieve y descendimos nuevamente a la estepa árida y amarilla. Posteriormente un puesto de Gendarmería Nacional (una especie de agrupación militar con operación principalmente fronteriza) y ya estábamos ingresando a Rio Gallegos.

Nevada en Rio Gallegos
Nevada en Rio Gallegos

 

Sobreviví a este tramo y aún me esperan más. El próximo será cruzar a Tierra del Fuego, la provincia insular de Argentina para la cual hay que tomar un ferry y cruzar una parte por territorio chileno.

Rada Tilly – Rio Gallegos | Junio de 2014
Distancia total: 775 km

4 comentarios en “Haciendo dedo bajo cero”

Deja un comentario